martes, 29 de marzo de 2011

Soporte de horno solar 1. Como colocar el horno solar. Soporte giratorio para horno solar. poner horno solar en balcón o terraza


SOPORTE PARA HORNO SOLAR



Amig@s: Ya tenemos nuestro estupendo horno solar terminado y en uso. Pero tenemos un problema: está colocado provisionalmente en la terraza sobre un taburete giratorio, de los que tienen un tornillo que sirve para regular su altura.


Esto permite poder girarlo para orientarlo al sol… pero es muy inestable y cualquier día podemos encontrarnos que el viento ha tirado el horno al suelo estropeando todo nuestro trabajo.

En segundo lugar, cuando se aproxime el verano, el sol apenas entrará en la terraza, pues la tengo cubierta con Uralita, lo que me obliga a colocar el horno prácticamente fuera de la sombra que da ésta.

Finalmente, el horno es bastante aparatoso para tenerlo todo el día en mitad de la terraza. Para mí es casi una obra de arte y me resulta hasta bonito… Pero ciertamente es un poco engorroso tenerlo todo el día ahí en medio.


Así que he decidido hacerle un soporte sólido y definitivo de modo que pueda colocar el horno sobre la barandilla de la terraza.


Por supuesto ha de ser giratorio para poder orientarlo al sol y para poder meter y sacar los alimentos.


Y muy robusto para que pueda soportar el peso del horno y las rachas de viento.


Necesitamos hacer un soporte doble: por un lado ha de apoyar el horno sobre el bordillo o poyete de obra.

Esto aguantará la mayor parte del peso.


Por otra parte, ha de tener algo que sujete el horno a la parte superior de la barandilla de hierro para evitar que un golpe de aire pueda volcarlo… Y además ha de girar todo fácilmente para poder orientar el horno y que podamos darle la vuelta para abrirlo. Todo un reto para eltallerdecarlos.com


Para la primera parte del problema, o sea, el soporte que hará que el peso del horno descanse en el poyete, empecé a darle vueltas al tema… ummmmm… algo que gire fácilmente, que pueda aguantar bastante peso y que sea sólido…. ¡Una silla de oficina!


En efecto estas sillas giratorias están diseñadas para soportar el peso de una persona gruesa, que se mueve, y hacerlo durante mucho tiempo. Tienen un giro muy suave. Y lo que es el mecanismo de giro, situado en la barra central, abulta muy poco.


Así que decidí esperar un poco a encontrarme una de esas sillas tiradas en la basura.


Una vez que encontré la silla -que, por cierto, estaba totalmente nueva y podría haberse reparado colocándole unas arandelas en los tornillos inferiores del asiento, ya que se le había despegado la tapa inferior-; procedí a desguazarla para obtener la estructura interna.


El proceso fue mucho más simple de lo que imaginaba: el respaldo se extrae simplemente aflojando y retirado el tornillo de regulación que lo fija al asiento y así ya podemos trabajar más cómodos.

De momento, no vamos a tirar nada, pues como veremos, también aprovecharemos el respaldo.



Se retiran las ruedas por simple tracción y vemos que las patas están revestidas por unas piezas de plástico.



Con un destornillador liberamos estas piezas de la estructura de hierro, ya que están fijadas por unas pestañas que tiene el hierro. Basta apalancar un poco y sacarlas al mismo tiempo.



El asiento simplemente lo destornillamos: primero la base inferior de plástico (la que estaba “rota”) y después el asiento en sí que está atornillado a la estructura de hierro.


Ya solo queda retirar los cilindros embellecedores de plástico que revisten el tubo central: accedemos a la parte inferior y vemos que tiene una pestaña, un clip.

Es como un circlip que vemos con frecuenta en motores y aparatos domésticos. Introducimos un destornillador para separar ligeramente la lengüeta superior y basta sacarlo deslizándolo para liberar la estructura de las patas del eje central y por ahí ya podemos extraer todos los embellecedores.


Aprovechamos para ver que el suave giro de la silla se debe a un rodamiento de bolas. Volvemos a montar el eje y a colocar el clip.


Respecto a las patas, podemos liberarlas del eje dando un golpe seco con el martillo de puntas de nylon, pues van a presión.


Ahora hemos de estudiar las medidas: el soporte ha de tener una altura de 52 ó 53cm para que descanse completamente en el poyete y que la parte superior quede sobre el borde de la barandilla…. Pero el soporte obtenido tiene una longitud menor.

Por suerte, la silla tiene un mecanismo elevador que nos permitirá regular la altura. Pero aún así resulta insuficiente para superar la barandilla.


Tengo también un problema para poder retirar la pieza donde se atornillaba el asiento porque no va fijada con tornillos. Parece como remachada con machihembrados realizados en el propio metal…. Así que he pensado que bien podría aprovecharme de esta sólida unión.


He tenido un soplo de inspiración y se me ha ocurrido una muy buena idea: para lograr aumentar la altura, puedo cortar las patas y soldarlas de modo que hagan de trípode (en este caso, quínpode, pues son cinco patas, no tres, jejejeje).


Para aprovechar al máximo el material y lograr la máxima altura, no podemos permitirnos dar más de un corte. Así que con la radial practicamos un corte en cada pata en ángulo, de modo que dejamos un trozo sin cortar que es donde soldaremos nuevamente la pata.


Es importante tener bien calculado el corte y las medidas, considerando que la radial, aparte de cortar, consumirá parte de la longitud de la pata.



Emparejamos las cinco patas uniéndolas entre sí y dándoles un repaso con la radial. Es importante que midan lo mismo y tengan el mismo ángulo.


Procedemos a soldarlas con nuestro soldador al arco. Es tubo fino y quizá hubiera sido más aconsejable la soldadura oxiacetilénica, pero como no dispongo de ese aparato, recurro al soldador por arco.


Para soldar cada pata, la ponemos bajo el muñón que hemos dejado. Vemos que el ángulo de éste y el de la pata quedan alineados.



Para que todas queden lo más parejas posible, he tomado una como guía y le he dado ese ángulo a un trozo de alambre de cobre, de los usados en instalaciones eléctricas, de un solo filamento.


Tiene la suficiente rigidez como para poder usarse para este fin. Basta darle éste ángulo a cada pieza. Como la soldadura rellenará el pequeño hueco entre los dos hierros nos da un poco de juego.





Aunque el resultado de la soldadura no es demasiado estético, ha quedado muy fuerte y procedemos a retirar la escoria y dar un par de manos de pintura antióxido.

Ya la conocéis de sobra, la empleamos para restaurar nuestra vieja caja de herramientas.

Es un pintura, además, muy resistente a los roces y golpes.


Si queréis tapar los orificios de los “muñones”, podéis colocar unas piezas de madera y pintar encima.



Yo he usado un material usado en embalajes, de textura más flexible que el corcho blanco y que encaja perfectamente.


Podemos mejorar el soporte retirando los tacos de plástico que hay en los extremos de las patas, por la parte interna y dejándolos un poco sobresalidos. Podemos lograr mantener esta posición atravesándolos con un clavo que haga de tope, por ejemplo. Pero yo he decidido obviar este paso.


Finalmente, haremos lo que sería la base donde colocaremos el horno.


Empezamos por reforzar la unión de la pieza superior de metal con la pieza que está unida al eje. No me fío de esta unión.

Basta realizar dos o tres taladros y poner en cada orificio un perno con su tuerca y una arandela a cada lado. Esto nos garantiza que los remaches mecanizados no fallarán con el tiempo.


Y ahora colocamos dos tablas de aglomerado de 19mm, la pequeña debajo y la grande encima. Las unimos entre sí con tirafondos.

Si podéis poner aglomerado marino, mucho mejor, pues ha de resistir la intemperie.



Planteamos el soporte metálico para que quede bien centrado y realizamos los cuatro puntos principales de fijación mediante pernos y tuercas.


Para evitar que sobresalgan las cabezas de los pernos y arañen el horno, he hecho un cajeado.


Lo he realizado combinando una sierra de corona, para profundizar un poco, y para vaciar el círculo he usado una sierra de pala.


Después coloqué en el horno unos listones en los bordes que hacen de patas y que hubieran hecho innecesario este cajeado… pero os lo comento por si os viene bien y para que veáis cómo lo he hecho.



Antes de colocar los pernos, conviene dar al menos tres manos de pintura antigoteras a las maderas, para dejarlas lo más protegidas que sea posible.



Una vez seca la pintura, ponemos los pernos con tuercas que unirán las maderas al soporte metálico.



Finalmente, ponemos un tirafondo en cada orificio libre que nos queda en la pieza de metal de modo que también anclen las dos maderas.



La plataforma de madera ha quedado ligeramente inclinada, pues la base metálica también lo estaba.


Pero en este caso, es casi una ventaja, pues he observado que el horno debería estar un poco más elevado por la parte del cristal para un mejor rendimiento y así se consigue.

Basta meter un calzo en el interior del horno para que la bandeja inferior quede horizontal.


Ahora queda la segunda parte del soporte: la que anclará el horno al pasamanos de la barandilla impidiendo que pueda volcarse, pero al mismo tiempo permitirá el giro del horno. Lo veremos en el siguiente post.


jueves, 17 de marzo de 2011

Recetario para cocina solar. Recetas para horno solar. Patatas asadas al horno. Usar el horno solar

RECETAS PARA HORNO SOLAR

INTRODUCCIÓN



Tras una racha de lluvias –totalmente normal en esta época del año, mediados de marzo- Por fin ha vuelto el sol y ya pega con fuerza, anunciando la primavera inminente.


Así que ayer pude poner otra vez en funcionamiento el horno solar y preparé un delicioso plato: una guarnición de patatas… A veces no se sabe que es lo principal del plato: si la guarnición, que se supone que es el acompañamiento, o el plato principal.

En este caso es así. Las patatas salieron tan deliciosas que más que acompañar al plato, se convirtieron en lo principal.


Como vemos, no se trata ya del ahorro de dinero y energía, o de preservar los recursos naturales del planeta. Se trata de saborear un plato exquisito que no podemos hacer igual con la cocina o el horno tradicional de casa.


No sé si será por hacerse muy lentamente, Si es por cocinarse prácticamente en su jugo, o por el microclima húmedo que se genera dentro del horno solar… Pero realmente la comida sabe mucho mejor. Ya hemos preparado varios platos: lentejas, menestra de verduras, huevos, quesada, magdalenas….


Pero antes de pasar a la receta…Sí, sí, no me enrollo más, que sé que estáis impaciente porque os la diga… pero antes quiero dar unas nociones básicas, unas instrucciones, que os permitirán aprovechar al máximo el horno solar.


Lo primero es que al funcionar con el sol, dependerá de la época del año para que rinda más o menos.

Viene a funcionar como un horno convencional puesto a la mínima potencia, por lo que es importante precalentarlo bien y abrirlo lo menos posible.


También la época del año influirá en la cantidad de alimentos que podamos introducir, y en el tiempo de cocción.


Mi primera experiencia con el horno fue un desastre: metí en la olla llena de agua cuatro patatas de las mayores, tres pequeñas, dos huevos, varias zahorias….Obviamente, las patatas, tras un par de horas dentro del agua, estaban más duras que antes de la “cocción”


Y es que cometí varios fallos:

1º Los alimentos se hacen prácticamente en su jugo, basta añadir el agua mínima que éstos puedan necesitar.

2º Los alimentos estaban sin trocear. Es importante trocear los alimentos para acelerar su cocción. En este caso, las patatas –y todo lo demás- estaban enteras.

3º Lo hice a primeros de febrero, con el sol bastante débil aún… La potencia del horno no permitía prácticamente ni calentar esa cantidad de agua y menos cocer los alimentos

4º el horno tenía sólo un reflector

5º Y aún no le había puesto la chapa del fondo. Solo tenía la chapa en la parte inferior. Al ser un horno de gran volumen interior, si solo tiene la chapa inferior, la olla se calentará, pero el interior del horno no lo hará demasiado. Así la chapa trasera calienta el horno y la chapa inferior se ocupa de calentar la olla. El rendimiento mejora bastante.

Si dejamos la trasera del interior del horno sólo con el papel de aluminio, parte de la luz reflejada en éste incidirá en la chapa inferior y el la olla… pero la mayor parte volverá a salir reflejada hacia fuera desperdiciándose y rindiendo menos.

6º Aun no había puesto ningún cierre que apretase la tapa contra el marco del horno y había un pequeño resquicio por el que se escapaba calor…


Es importante solucionar estos pequeños problemas que, en conjunto, afectan muy mucho al rendimiento deseable del horno.


El conocimiento nos da la sabiduría y, ciertamente, cualquiera que usase el horno de la forma que yo lo hice la primera vez, lo tiraría directamente la basura… cuando el problema era un mal uso.


A partir de entonces ajusté la cantidad de alimentos al rendimiento del horno y los troceo según su tiempo de cocción: los más duros se cortan más finos; Puse la menor cantidad de agua posible; ajusté el cierre provisionalmente uniendo el asa de la tapa con el asa del horno mediante una goma sacada de una cámara de una rueda de moto; y posteriormente, he añadido un reflector adicional…


Y, amig@s, es como la diferencia de la noche al día: el horno rinde mucho más y coge una temperatura impresionante.



Es muy, muy importante que la olla sea de color negro mate y también lo sea la tapa (ya os dije que la mía era de cristal y la pinté de negro también), que las asas de la olla y la tapa resistan la temperatura de un horno (no vale el plástico).


Y que el cierre de la tapa con la olla sea lo más hermético posible.


Si evitamos que salga vapor de la olla, no se empañará el cristal y lograremos un rendimiento muy superior.


Deciros, finalmente, que no os fiéis de los tiempos de cocción que os digan en las recetas para el horno solar, pues dependerá del tipo de horno, de la insolación, de lo bien orientado que esté, de su tamaño….


Pero, eso sí, sigue valiendo la premisa de que en el horno solar la comida no se pasa y no importa si la dejáis un rato más.



Receta de patatas asadas.

Ingredientes:

Cuatro o cinco patatas medianas

Una zanahoria mediana (opcional)

Un diente de ajo pequeño

Medio tomate

Aceite de oliva

Sal

Agua


Preparación:



Cortamos las patatas en rodajas de uno a dos centímetros de grueso, dependiendo de vuestras condiciones particulares: si es una época de mucha insolación y vais a dejarlas cocinándose toda la mañana, podéis cortarlas más gruesas.



Cortamos el diente de ajo, previamente pelado, en rodajas finísimas.


Pelamos y cortamos en rodajas de 2 a 4mm de grosor la zanahoria y el medio tomate.


Añadimos un poco de agua en el fondo de la olla, lo justo para mojar el fondo.


Vamos colocando las rodajas de patatas y añadimos una pizca de sal. Si añadimos la sal a las patatas antes de ponerlas en la olla y las movemos, la sal se distribuirá más homogéneamente.


También podemos añadir comino, pimienta, perejil... al gusto del consumidor.



Colocamos las rodajas de ajo sobre las patatas de modo que estén bien distribuidas y no haya zonas con mucho ajo y otras con poco.


Finalmente, añadimos la zanahoria y el tomate.


Echamos un chorreón de aceite por encima, tapamos la olla y la metemos en el horno.


Se pueden dejar prepararas para introducir en el horno en cinco minutos.



Las patatas así preparadas pueden estar hechas en una hora. No obstante, yo las dejé toda la mañana y al comerlas estaban que se deshacían en la boca como mantequilla.


Una experiencia gastronómica que mi amigo Pepekitchen debería saborear... ¡Y también todos vosotos! ¡Animáos a haceros un horno solar... Y buen provecho!

martes, 15 de marzo de 2011

Bisagra de compás. Poner bisagra de compás en horno solar. Remaches difíciles

Instalar bisagra de compás en el horno solar



Ya hemos visto todo el montaje del horno solar, desde su diseño hasta el acabado final….


Pero una cosa se nos había quedado pendiente. Es algo que puede parecer una tontería, pero que es esencial. Sobre todo si queremos usar con frecuencia el horno solar: la bisagra de compás.



Este elemento nos permite que al abrir la puerta con una mano, permanezca abierta, pudiendo así usar las dos manos para meter o sacar alimentos, limpiar, etc.


Curiosamente, no he podido encontrar ninguna bisagra de compás en las ferreterías. Tampoco los bazares de descuento (los consabidos “todo a 0.60€”), que muchas veces no se caracterizan por la calidad de sus productos, pero que pueden salvarnos de un apuro, tenían este accesorio.

He tenido que ir expresamente a un centro de bricolaje donde pude encontrarla.


Antes que nada, decir que hay bisagras de compás de lado izquierdo y de lado derecho.


Yo me he decidido por la del lado izquierdo, así con la mano derecha podemos levantar la tapa y sujetarla cuando desbloqueemos la bisagra, ya que tenemos que presionarla para lograr que la puerta vuelva a descender.

Normalmente, se tiene más fuerza en el brazo derecho que en el izquierdo.


Pero fue llegar a casa y me llevé una pequeña decepción: no podía colocar la bisagra tal cual.

Estas bisagras están diseñadas para un baúl o mueble con tapa de madera y los tornillos de la tapa coincidían con el cristal ¡Obviamente no vamos a perforar el cristal para colocar la bisagra!


Pero en eltallerdecarlos.com todo tiene arreglo, y si no lo tiene… lo arreglamos también, jejejejeje.



Así que le he encontrado una solución que creo funcionará: remacharle una pletina de hierro en el lugar donde deben ir los tornillos de la tapa y así podemos atornillar esta pletina al marco, logrando el efecto deseado.


En principio, pensaba poner la bisagra dentro del horno, pero después pensé que bien podría ponerla por fuera, aunque pierda algo en estética, porque así podremos trabajar mejor dentro del horno, ya que tengo en mente hacerle unos reflectores internos que optimicen el rendimiento del horno.


De todos modos, no hay problema: cuando queramos cambiar de sitio la bisagra, sólo tenemos que colocarla donde deseemos, enmasillar los orificios viejos, lijar la masilla y dar una mano de pintura.


De hecho, he tenido que hacer varios orificios porque al principio me costó encontrar la posición: o me quedaba la tapa muy baja y la bisagra soportaba demasiado peso, o cuando se cerraba la tapa la bisagra quedaba tiesa para abajo… Pero lo dicho: se enmasilla, pinta y listo.


Pero vamos a nuestro caso: He encontrado un trocito de chapa de hierro muy sólida que puede servirnos.


Marcamos el tamaño que ha de tener… pero antes de cortarla, vamos a hacer las perforaciones que necesitamos para los remaches y los tornillos.



Los orificios destinados a los tornillos, los podemos avellanar un poco con una broca de mayor diámetro, tras haber realizado los cuatro orificios. Así las cabezas no sobresaldrán y será más estético. Los dos orificios sin avellanar son los que vamos a emplear para remachar la pieza a la bisagra.


He de aclarar que tras cortar la chapa y decidir que prefería que la bisagra fuese por fuera, he tenido que volver a cortar la chapa y hacerle otros boquetes nuevos, pues no quería que coincidiese con el burlete que tiene la tapa para impedir fugas de calor al exterior. De todos modos el proceso es exactamente igual y lo importante es que veáis cómo se hace.


Voy a colocar remaches de 4mm, así que cogemos una buena broca de 4mm y perforamos.


He cometido un fallo: no marqué el orificio con un clavo o punzón. Sólo lo señalé con lápiz y los orificios salieron algo separados.


Es un fallo que no debemos cometer nunca, pues si se hubieran desplazado un poco más, se hubiera desperdiciado la chapa y fastidiado todo el trabajo realizado. Tendríamos que volver a empezar.


Pero he logrado que entren, aunque algo forzados, a base de dar retoques con el martillo apoyando la chapa sobre las mordazas del tornillo de mesa entreabiertas, para dejar hueco para el remache.


Tenemos otro problema (¡Sí que se nos está complicando el tema de la bisagra de compás, de ahí que le dedique un post entero!) Y es que la punta de la remachadora no entra hasta la cabeza del remache, pues choca con el ángulo que tiene la pieza a remachar de la bisagra.



Para esto hay un sencillo truco: introducimos el remache en el orificio y metemos varias arandelas o tuercas por el vástago, hasta lograr llegar a un nivel que la boca de la remachadora llegue a tope.


Procedemos de la forma habitual para colocar el remache con la salvedad que tenemos que tener especial cuidado a la hora de romper el vástago del remache, pues las arandelas o las tuercas que usamos de relleno saldrán despedidas y podemos perderlas. Por ello recomiendo hacerlo sobre una bandeja o un lugar despejado.



Por lo demás, los remaches han quedado perfectos garantizando una unión sin holguras y muy firme.


Es importante que al colocar la bisagra, el bloqueo de ésta se realice cuando la puerta esté bastante abierta, porque así tendrá que soportar menos peso y será más seguro.


Así que podemos levantar la ventana del horno y plantear la bisagra. Una vez visto el lugar donde debería ir, debemos considerar el largo de la bisagra una vez plegada, para que no choque con el fondo del horno.


Otra cuestión es que las fijaciones deben ir a la misma distancia del eje de apertura. Así la bisagra de compás estará paralela a la línea de unión de la tapa y el horno y quedará más estético.


Para colocar la bisagra: abrimos la tapa del horno hasta donde notemos que ya no pesa tanto, casi abierta del todo, y ponemos la bisagra abierta. Señalamos con lápiz los orificios, tanto en la tapa como en el lateral del horno. Cerramos la tapa sin mover las chapas de la bisagra que han de atornillarse y comprobamos si queda ésta derecha o si va forzada, en cuyo caso, podemos desplazar un poco uno de los lados, señalar donde queda y comprobar si al abrirla sigue levantando la tapa lo suficiente.



Si está correcto, podemos hacer unos taladro-guía con una broca muy fina y atornillar la bisagra.


En mi caso también he tenido que rebajar un poco en el marco porque la chapa era demasiado gruesa y corría riesgo que la tapa no encajara bien y se escapara calor. Así que con un formón he hecho una caja para embutir la chapa en la tapa y que de este modo no sobresalga nada.



Al quedar esto por fuera del burlette, éste sigue haciendo su función, ya que ni lo hemos tocado.


Otra ventaja de la bisagra de compás es que cuando el horno esté en posición de verano, la tapa se abre hacia abajo, corriendo el riesgo que se nos escape y se rompa el cristal… así quedará convenientemente retenida por la bisagra de compás.


Con esto, queda prácticamente terminado el horno solar, pendiente de algunas mejoras, como el panel reflector adicional; el cierre de la tapa; las patas de fijación; y el soporte. Lo iremos viendo poco a poco.


sábado, 12 de marzo de 2011

Usar el gramil. Reparar gramil. Construir gramil.

EL GRAMIL. RESTAURAR GRAMIL



Amig@s: tengo un viejo gramil de roble de bastante antigüedad, pero lo tenía en desuso y vamos a ponerlo al día para poder aprovecharnos de esta sencilla y útil herramienta…


¿Pero… qué es un gramil? Es cierto, el gramil es una herramienta desconocida para muchos, incluso entre los bricoladores iniciados habrá cierta expresión de incertidumbre cuando se les pregunte por el gramil.


Sin embargo, es una herramienta muy práctica que nos sacará en más de una ocasión de un apuro.


Se trata de tres piezas de madera que sirven para trazar líneas paralelas y todas a la misma distancia. Puede servirnos para marcar un tablón para dividirlo longitudinalmente; para señalar varias líneas todas a la misma distancia del borde para realizar unos cajeados para colocar bisagras, por ejemplo… Nos ahorrará tener que estar midiendo cada una con el riesgo que eso conlleva que podamos medir un milímetro más o menos y fastidiar un trabajo.

Vamos a ver cada pieza:



La pieza rectangular es la que sirve de base para soportar las otras dos. El listón de cuadradillo es el que regulamos para marcar la línea a la distancia deseada con un puntero que tiene en un extremo. Finalmente, la cuña es la que inmoviliza las dos piezas anteriores entre sí para mantener la distancia deseada.



Para usarlo, basta apoyar la base rectangular contra el canto de la madera a trazar, desplazamos el listón hasta que el puntero marque la medida y con una maza (de madera o martillo de puntas de nylon) ajustamos la cuña a presión.

Volvemos a comprobar la medida y ya está listo para desplazar la base por todo el borde de la madera a trazar haciendo una marca con la punta de acero a todo lo largo.


En algunos casos en vez de puntero, se trata de un lápiz y en vez de dejar un surco, deja un trazo.

Y en otros casos, en vez de la cuña, tiene un sistema de tornillos… pero el funcionamiento es idéntico.

También hay algunos que tienen dos listones con una punta cada uno, de modo que hace dos líneas paralelas simultáneas.


Pero vamos a nuestro caso: mi viejo gramil se desajustaba enseguida impidiendo trazar una línea clara. He estado pensando muy seriamente en hacerme uno, ya que si construcción es sencilla… Pero le tengo afecto a este viejo gramil, que por otra parte es de roble. Y vamos a tratar de restaurarlo.



Para empezar, la punta trazadora estaba totalmente oxidada y roma. Ha bastado un poco de lija y una lima para lograr eliminar la mayor parte del el óxido y sacarle filo a la punta.


La he dejado plana, o sea que en vez de una punta, tiene filo. No he querido dejar la punta totalmente limpia porque me gusta su aspecto rústico ¡Para tenerlo como nuevo podemos comprar uno en la ferretería de al lado!


Otro problema es que tenía algunos desperfectos, como algún agujero de carcoma. Lo hemos solucionado aplicándole un líquido insecticida que matará las larvas que pudiera tener y protegerá la madera de futuros ataques de xilófagos.


Tras un enmasillado de los desperfectos, el aspecto es mucho mejor, si bien la masilla que he empleado es de color algo más claro que la madera, siempre podremos darle un retoque posterior con algún tinte.


Como estas operaciones las he hecho en varias etapas, no tengo fotos de lo que he descrito hasta ahora, pero es fácil de comprender.


El problema más grave y que es el que afectaba al funcionamiento, es el desajuste del gramil.


Examinándolo, vemos que el hueco para insertar el listón es varios milímetros más ancho que éste, de modo que entra con bastante holgura.


Vamos a solucionarlo rápidamente. Vemos que pese a la holgura, no presenta desgaste, pues las paredes del hueco son rectas y bien trazadas.



Así que voy a recurrir a la cinta de fleje de acero de la que os he hablado en otras ocasiones. Es un material fácil de encontrar en cubas de escombros, ya que se usan para fijar materiales pesados a los palés.



Con las tijeras para chapa, cortamos un trozo algo más ancho que el grueso de la pieza plana.


Colocamos la chapa centrada en esta pieza, para que quede más simétrica, y sujetamos un extremo saliente en el tornillo de mesa.



Con ayuda del martillo vamos doblando procurando que la pieza no se combe, sino que se doble sólo por la zona de unión a la mordaza y repetimos la operación por el otro lado.



Resultado: tenemos una pieza en forma de U que encajará perfectamente en el canto de la pieza plana. La metemos por el orificio por donde metemos el listón y queda perfectamente encajado. Hemos logrado en un momento reducir el hueco logrando al mismo tiempo que no haya desgaste entre las piezas.

Repetimos la operación en los laterales salvando los huecos de la cuña y logrando un perfecto ajuste.


Todavía podríamos lograr reducir aún más el hueco haciendo otra pieza en forma de U y poniéndola esta vez en el sentido del hueco, colocando encima las tres piezas que hicimos antes y que la sujetarán.



Tenemos un bonito gramil de roble que, lejos de quedar afeado por el arreglo, ha quedado mejor, pues hemos añadido otro material noble: el acero y ahora es perfectamente funcional: entra ajustado aunque se desplaza con suavidad el listón por el agujero. La cuña deja el listón perfectamente fijado y funciona de maravilla.


Queda el acabado final: dar una ligera pasada con lija muy fina para emparejar la masilla y después dar una mano de cera o aceite para maderas nobles. Así estará protegido y mucho más bonito. Pero de momento vamos a dejarlo así… ¡Que quiero empezar a usarlo ya! Jejejejej


Y en el próximo post seguiremos con el horno solar.